Piedras...

En estos días en los que estoy en la playa me ha pasado una cosa curiosa. Estaba en una playa de rocas y, oh casualidad, en mis manos cayó una piedra con forma de corazón (ya lo se, a todos nos a pasado alguna vez). Dada mi innata necesidad de dotar de significado cualquier hecho anecdótico que yo decida elevar a la categoría de "señal", pues empecé la tarea de encontrar significado al hecho en si. El primero era evidente:

Encontraré el amor en la playa.

El segundo era menos optimista:

No, he encontrado mi corazón perdido y resulta que es un corazón de piedra, que no siente.

La tercera, mediadora:

El mar modela algo duro y tosco hasta convertirlo en algo hermoso y romo. Estas en ello.

Es curioso como funciona la mente humana: pasamos de la euforia a la depresión en cuestión de segundos y, la mayoría de veces, sin razón aparente. Pero nuestra capacidad de reacción para encontrar el justo medio es lo que nos define.

A reflexionar mis escasos y leales lectores